Hoy escribo a la imperfección con remitente mi alma, a los sueños rotos en la almohada teñidos con lágrimas de desamor y esperanzas que caducaron en el olvido. A todos los corazones ciegos, mudos, sordos y estúpidos que no vislumbran la realidad y viven en un falso cuento de hadas lleno de dolor y rabia. Corazones que se desangran lentamente plagados de heridas, de esas que no se curan con una simple tirita. A las millones de palabras que no nos dijimos por culpa del miedo, atadas de pies y manos, las preguntas amordazadas que suplican por escapar.
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