jueves, 7 de noviembre de 2013

Me faltan palabras para expresar lo que te quiero.

“Quiéreme, quiéreme hasta que duela... Prométeme que nada cambiará, que soy solo yo y que nunca habrá nadie más.”
Y  aquí  estoy, una noche mas, delante de un folio en blanco intentando plasmar cada ventrículo de mi intrincado corazón. ¿Uno más uno son dos…?

No me canso de rellenar mi álbum de recuerdos, de miradas, de sonrisas sin “Porque”, de besos a las tantas de un viernes cualquiera, de caricias perdidas entre las sábanas de tu cuerpo… Insaciable realidad, insaciable mi maldito corazón que nunca se cansa de ti, que nunca se cansa de perder horas soñando con un mañana en el que tú y yo seremos los protagonistas de este peculiar libro llamado “Nuestra vida juntos”.
¿Perfección? No… Que le den a la perfección. Me enamoré de tus defectos un siete de agosto. Me enamoré de tu pelo castaño y tus ojos color otoño. Me enamoré de tu risa haciéndome cosquillas en la nuca, de tu voz al susurrarme “te quiero” cuando todo, absolutamente todo falló.  Me enamoré de tu boca buscando mi boca, de tu cara de bobo y de tu forma de hacer que me flaqueen las piernas y me cosquillee el estómago cuando te veo aparecer… Me aprendí cada curva de tu cuerpo, cada lunar, cada peca, cada gesto, cada abrazo, cada paso mal dado, cada piedra en el camino, cada palabra demasiado alta, cada susurro inaudible…


Me aprendí tu forma de ser, y aun así sigo cayendo en los mismos errores, en cada equivocación. “El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Tiene razón, tropezaré una y otra y otra vez… Pero siempre estaré ahí, comiéndome mi orgullo y tragándome mis jodidas palabras, siempre estaré cuando todo falle, cuando el jodido mundo se hunda, estaré para reír, y para llorar, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad… Hasta que la muerte nos separe. 

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